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Agudiza tus sentidos. La importancia de ser un buen entendedor.

Cuando tratas de descifrar los síntomas que padece un niño, ya sea antes o después del diagnóstico, es como el juego del teléfono: “por aquí me dicen que le duele la costilla y por aquí que el Ratoncito Pérez ha venido en bañador”. Es decir, un rompecabezas 🧩

Con la diferencia que cuando se trata de la salud de un niño pequeño, el juego ni tiene gracia ni quieres que se alargue 🙏

He ahí cuando el entorno más cercano a la persona enferma debe agudizar sus sentidos. Aprender a escuchar, a interpretar, a hacer las preguntas adecuadas en el momento idóneo puede marcar la diferencia. No porque los pequeños mientan, si no porque a veces no saben expresar lo que les pasa, usar las palabras correctas o les cuesta identificar los síntomas 🤷‍♀️

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A veces hace falta un máster para interpretar lo que le pasa a tu hij@.

Por ejemplo, un niño celíaco te dice que le duele la barriga. Saltan todas las alarmas. Porque ése es un síntoma claro de haber ingerido gluten de alguna manera. Pasa el rato, y es cuando te enteras que se ha puesto como un zampabollos con las natillas que había de postre en el cole. Así que de haber sufrido una contaminación cruzada, hemos pasado a un empacho de toda la vida. En este caso, el niño todavía no ha aprendido a distinguir los síntomas, o sí los sabe diferenciar, pero no lo sabe expresar. A él simplemente, le dolía la barriga.

Pero hay otras situaciones en las que los síntomas sí se deben a la ingesta de gluten. No sólo molestias físicas, sino también cambios en su estado anímico, energético… Y si el niño no sabe diferenciarlo, el adulto sí debe reconocerlo (a pesar de no padecerlo en su propio cuerpo), y así actuar en consecuencia.

Parece fácil, pero no lo es. Y el nivel de dificultad sube un escalón cuando los niños ni tan siquiera hablan. Nos encontramos muchísimas familias en las que los celíacos son niños de 2 años o menos. Sin entrar en particularidades, esa es la franja de edad en la que las personas empezamos a expresarnos verbalmente. ¡Empezamos! ¿Os imagináis a una niña de año y medio diciendo: “mira papi, hoy después de desayunar mis tostadas he sentido unos pinchazos en la parte inferior de mi abdomen y cuando he ido al retrete he depositado una diarrea de color amarillento mostaza”?

Pues claro que no. Eso sólo pasaba en “Mira quién habla” 😆

Y eso sin entrar en el mundo de la manipulación infantil. Pero eso ya merece unos cuantos capítulos aparte 😉